Está comprobado que la tierra padece sus propios problemas, muy ajenos al convencionalismo establecido por las sociedades que pueblan su superficie. Los geólogos encuentran la casusa de los movimientos terráqueos, su intensidad, los estragos que provocan y la dificultad para predecirlos en el acomodamiento de las placas tectónicas. No obstante, nada podrá evitar la elaboración de toda clase de hipótesis respecto de la coincidencia entre el terrible sismo del 19 de septiembre de 1985 con este de 19 de septiembre de 2017, también devastador. La mente mágica lo atribuirá al designio divino, los sismólogos al acomodamiento de las placas tectónicas.