Con la detención de seis policías estatales y del ex Director de Prevención y Reinserción Social en el periodo de Duarte de Ochoa se desvela a cabalidad la percepción pública acerca de cuerpos policiales plagados por delincuentes, con conocimiento de la jerarquía de mando; no causa sorpresa porque las noticias de levantones perpetrados por policías se difundieron con profusión, pero ni la Fiscalía ni en Seguridad Pública movieron un dedo para evitarlo o investigarlo. ¿Quién no recuerda aquella balacera ocasionada por elementos de la guardia de Duarte de Ochoa en un hotel de Orizaba? Eran claras señales de descomposición en los cuerpos de seguridad. La desaparición forzada tipifica el delito de lesa humanidad y debiera aplicarse con el rigor que corresponde, a quienes ejecutaron las ordenes, a quienes las dictaron y a quienes lo permitieron.