En política, bien se dice, “hay que tener la lengua larga y la cola corta”, porque de otra manera se es vulnerable se es vulnerable a las embestidas del adversario. Así le sucedió en 2011 a Humberto Moreira cuando siendo presidente del PRI la Secretaría de Hacienda del gobierno panista de Calderón dio a conocer el enorme monto de la deuda pública dejada por Moreira tras su paso por el gobierno de Coahuila, la había elevado de 323 millones en 2005 iniciando su gobierno hasta 36 mil millones de pesos en 2011, cuando pidió licencia para irse a dirigir al PRI. El impacto de esa noticia fulminó a Moreira, pues ya no resultaba cómodo al PRI en momentos de iniciar la campaña electoral de Peña Nieto y dejó el cargo a Pedro Joaquín Coldwel. Un episodio que seis años después se repite, aunque con diferentes actores, porque ahora el gobierno priista le sacó trapitos al sol al dirigente panista, Ricardo Anaya.