CAMALEÓN

Por Alfredo Bielma Villanueva

El CONEVAL y el INEGI han confirmado que la población en condiciones de pobreza abarca un gran porcentaje de los 120 millones de mexicanos; es decir, a pesar de los miles de millones de pesos que anualmente se destinan para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de este país, el número de pobres no disminuye. Sin embargo, en el discurso de los políticos de los tres órdenes de gobierno todo va bien y la implementación de los programas sociales resulta exitosa.

Pero es palabra de político mexicano, tan devaluada como el peso mexicano en tiempos de López Portillo y Miguel de la Madrid, o tan falsa como una moneda de cuatro pesos. Aunque tampoco es conveniente generalizar, porque no todos los políticos de este país militan del lado de la simulación y la mentira, los hay comprometidos con la sociedad, son quienes se esfuerzan por hacer la diferencia, garbanzos de a libra a quienes la sociedad debiera estimular abonando el terreno para su multiplicación; omitirlo equivale a dejar crecer la hierba mala con ortigas que fácilmente proliferan.

Esa fecundante condición es posible advertirla en el escenario político de la entidad veracruzana después de haber sido botín de un grupo de individuos metidos al quehacer político por su tutor, quien los deformó inculcándoles la cultura del ejercicio patrimonialista del poder. A uno de ellos lo privilegió convirtiéndolo en su sucesor, pero tan inmaduro estaba para desempeñar el cargo de gobernador que fue fácil víctima de esa condición y pronto pasó de verde a podrido, afectando a toda la población veracruzana tras un gobierno de simulación orquestado por su grupo de ayuda mutua con ambiciosos proyectos transexenales.

Ese es el más inmediato antecedente del lamentable estado en que nos encontramos en Veracruz, tras doce años de engaños, simulación y corruptelas padecemos severos males sociales: más de la mitad de la población en condiciones de pobreza, inseguridad pública al tope, infraestructura carretera y urbana en pésimo estado, un sector agropecuario subdesarrollado, el industrial estancado, turismo sin promoción ni fomento, un sector salud funcionando a medias, sin garantizar la atención adecuada al sector social más vulnerable de Veracruz, y para colmo, un gobierno estatal inhabilitado para implementar programas de desarrollo porque sufre déficit presupuestal y camina en campo minado sembrado como herencia maldita por su antecesor.

En este escenario se desarrolla el futurismo político de Veracruz. En política los vacíos se ocupan, así ocurre en el PRI veracruzano en donde su dirigencia estatal camina titubeante en pleno proceso para postular candidatos, erróneamente esperando la consigna para actuar, mientras en otros partidos todo es actividad con miras al proceso electoral 2018. Ante esa inmovilidad los demonios del ayer aprovechan la ocasión para entrarle a un juego del que debieran ser excluidos por ser los causantes de lo mal que está Veracruz. De no ser por la intensa actividad de los senadores José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa nada se mueve en el PRI estatal, pero el diputado Jorge Carvallo, que en sí no representa nada bueno, prueba suerte a pesar del desprestigio del grupo al que pertenece al sugerir, “para recuperar la gubernatura de Veracruz”,  la pre candidatura del alcalde de Orizaba, Juan Manuel Diez Franco; buen alcalde, sin duda, pero con esa clase de promotores no irá muy lejos. De cualquier manera se transparenta la mano que mueve esa “tercera vía”; aunque falta oír la opinión del alcalde orizabeño, a quien le convendría deslindarse de esas malas compañías y no dejarse llevar por un Falso canto de las sirenas orquestado en desolado mar.

Porque, además, hacen circular una supuesta encuesta en la que resultan reprobados el senador Yunes Zorrilla y el diputado Cuitláhuac García, pero en contraste se destaca la labor legislativa de un diputado del Verde Ecologista. Para quien está familiarizado con la sucesión política veracruzana la intentona reviste visos infantiles, pero para nada desapercibidos en un escenario en el que por la ausencia de liderazgo priista en el estado todos pescan a río revuelto.

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