Es dramático el clamor de Duarte de Ochoa: “como ser humano, como padre de familia y como esposo te pido de la manera más atenta dejen a mi esposa en paz”. Si bien es comprensible esa petición, no encuentra correspondencia con el daño causado a la población veracruzana, inmersa en la desconcierto ocasionado por el dolor de la desaparición de un ser querido, o con la desesperación de ver al ser querido enfermo y no contar con el recurso económico para atender su salud; todo porque en el hospital en donde se atiende no cuenta con medicinas, ni con el tomógrafo, el ultrasonido, o el acelerador lineal, o los insumos de laboratorio que favorecerían su recuperación. La causa: cuando Duarte fue gobernador jamás se preocupó por ese sector, y porque en su irresponsabilidad los recursos etiquetados fueron desviados a cuentas personales. ¿Alguna vez se preocupó Duarte por la inseguridad que desangra a Veracruz?