A pesar de los ominosos avisos de la naturaleza pareciera que los mexicanos aún no tomamos conciencia del cambio climático, del calentamiento global, del acercamiento del mar comiéndose pedazos de playa. Esta experiencia la viven en Tecolutla, en Chachalacas, en Veracruz, en Alvarado y muchos lugares más de nuestras costas, pero aún así no tomamos conciencia plena. En Francia, por ejemplo, se han perdido 26 kilómetros cuadrados de tierra de 1949 a 2005 y el oleaje amenaza a cientos de construcciones sobre sus playas; algo parecido a lo que ocurre en Veracruz. “En Soulac-sur-Mer, en la costa suroeste, un edificio construido en 1967 a 200 metros del mar tiene que ser evacuado porque las olas minan sus cimientos a diez metros. En el terreno turístico, las consecuencias para España también pueden ser dramáticas”, dicen investigadores franceses. Pero en México estamos en la luna.