CAMALEÓN

Por Alfredo Bielma Villanueva

Para quienes la democracia significa el gobierno del pueblo y para el pueblo, el caso mexicano, o el venezolano, o el nicaragüense, o el brasileño y hasta el de los Estados Unidos serviría de rotundo mentís sobre un poder “electo por la mayoría” y del “gobierno del pueblo”, pero la experiencia histórica demuestra que es solo ilusión conceptual, porque en realidad gobiernan quienes se esmeran por llegar al poder, quienes implementan mejor sus estrategias para obtener mayor votación a cargo de una ciudadanía ayuna de participación y de información sobre el acaecer político y social. En todo caso, lo medular de una democracia no está en la elección, sino en la capacidad para saber elegir.

La reflexión precedente viene al caso porque la rendición de cuentas en una democracia es obligación intrínseca del mandatario elegido por su mandante: el ciudadano. Después de haber consumado en esta entidad el primer ejercicio de alternancia en el poder estatal la población veracruzana mira hacia el horizonte, tras de doce largos años de penurias, de corrupción e impunidad, de un letargo en que las instituciones yacieron abandonadas.

Cuando se está involucrado en un proceso de cambio es difícil percatarse a cabalidad que éste se lleva a cabo, porque, o se es autor, fautor, factor, o sujeto del mismo y la dinámica de los acontecimientos evita una visión panorámica, solo posible en la retrospectiva de los tiempos. Y en esas andamos acá en la aldea jarocha en fechas del primer informe de gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares.

Está comprobado que la alternancia es saludable para cualquier régimen de gobierno que se estime democrático y republicano; bordaríamos en el vacío si intentamos especular sobre lo que hubiera ocurrido si en el gobierno de Veracruz el relevo perteneciera al mismo partido del antecesor ¿mejor, peor? Sería un ejercicio estéril, en cambio, es mejor describir el escenario veracruzano, observar lo que se ha hecho y cuál es la percepción ciudadana sobre esta realidad.

Desorden administrativo, finanzas saqueadas, deuda pública con acentuados desarreglos, cuerpos policiales infiltrados por el crimen, obra pública de pésima calidad o generalmente inexistente, hospitales a medio construir, programas agropecuarios no implementados, forman parte del legajo de expedientes recibidos por la actual administración. Quien recuerde los desórdenes y saqueos en tiendas departamentales en el arranque de Yunes Linares habrá sido testigo de la bienvenida que le fue bridada.

Ante la ola de creciente criminalidad que sufre la población veracruzana, el escaso o nulo crecimiento de ofertas de empleo, la infraestructura carretera en pésimo estado, cualquiera podría asegurar que nada ha cambiado en la entidad veracruzana respecto del reciente pasado.

Sin calificarlo como un proceso concluido, debe reconocerse que el gobernador ha puesto sobre sus pies lo que estaba de cabeza, ha ordenado lo del adeudo a empresarios, pues de mil 500 enlistados para cobrar solo 400 han subido documentación a la plataforma de finanzas, el déficit presupuestal se ha reducido sustancialmente, ya hay programación para obras en 2018, en el sector salud se concluirán hospitales cuya construcción inició en el periodo de Herrera Beltrán y Duarte no pudo terminar. Bien lo describe en su informe el magistrado presidente del Tribunal de Justicia, Edel Álvarez Peña: “Hoy sin duda lo tenemos, sentimos el cambio cuando nos enteramos de la reestructuración de la deuda, el orden de las finanzas públicas, la creación de un programa de seguridad de gama alta como lo es el C5 y la obra pública que se tiene puesta en marcha”.

El capítulo de la Seguridad Pública se está abordando con responsabilidad y disciplina, hoy por hoy es el problema de mayor envergadura porque impacta severamente al interior de la sociedad veracruzana que, supeditada al miedo ha perdido calidad de vida. Fueron doce años de oscuridad en Veracruz, del balance de ese largo periodo resentimos sus efectos en cada hallazgo de fosas clandestinas, esas son irrefutables constancias de las complicidades, desidias e ineptitudes en el desempeño de la función pública.

Al hacer entrega de su reporte anual, Yunes Linares solicitó lo inviten al recinto parlamentario para aclarar interrogantes sobre el texto que presentó. Si deciden invitarlo como él lo solicita, los diputados al Congreso local tendrán la oportunidad de establecer una interlocución con el titular del Poder Ejecutivo, y ojala la aprovechen formulando interrogantes sobre lo que la gente veracruzana quiere saber, no efluvios facciosos que reduzcan a politiquería pueril ese intercambio.

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