Cuando Vicente Fox llegó a la presidencia de México, la suposición generalizada era la de un cambio auténtico, no solo de partido político en la presidencia. Pero a Fox lo vencieron su impericia y la fuerte oposición al cambio de estructuras añosas y procedimientos políticos anquilosados. Nada cambió y todo siguió igual. Uno de los renglones torcidos del México llamado a desaparecer son las dirigencias sindicales cuya permanencia suma décadas: el de Deschamps en el de Pemex es paradigmático, a Elba Esther la tuvieron que defenestrar en el SNTE, y qué decir de Francisco Hernández Juárez, quien hace 41 años surgió en el sindicato de telefonistas ofreciendo democracia como divisa, y el hombre lleva ya 11 reelecciones.