No suena descabellada la confesión de quien asegura que en la Academia de Policía yacen cuerpos humanos enterrados bajo edificaciones levantadas cuando Arturo Bermúdez estaba al frente de la Secretaría de Salud; corresponde a la autoridad investigadora averiguar sobre ese escalofriante asunto. A quien o quienes intervinieron en esa inhumana cacería no les alcanzará el tiempo ni para defenderse ni para purgar la pena carcelaria que conforme a Derecho les aplicará el rigor de la justicia y compruben en carne propia el dolor que provocaron.